Pocas veces se producen acontecimientos realmente
trascendentales por estos tiempos. La creación de un Nuevo Parque Nacional lo
es sin dudas. Quien transita por la ruta 40, al noroeste de la provincia de
Santa Cruz, se sorprende con la enorme muralla que se eleva hacia el oeste. Es
la Meseta del Lago Buenos Aires, una formidable planicie de origen volcánico
que tiene una superficie aproximada de 3.000 km2. Algo así como seis ciudades
de Buenos Aires consecutivas. Allí, entre muchas otras especies de flora y
fauna, habita el macá tobiano.
La iniciativa tiene diversos antecedentes. En la década del
80 comenzó a analizarse la importancia que tiene la zona de la Meseta del Lago
Buenos Aires en materia científica, además de sus valores culturales y
biológicos.
El reconocido arqueólogo Carlos Gradín fue uno de los que
trabajó extensamente en la meseta y en el río Pinturas. También el Guarda
Parque Andrés Johnson aportó datos sobre aspectos botánicos, herpetológicos y
ornitológicos en sus recorridas durante el estudio del Macá Tobiano. “Johnson
ya mencionaba la importancia de crear un área protegida en esta emblemática
meseta hace más de veinte años”.
En el año 2007, un grupo de vecinos de la localidad de Los
Antiguos, situada al norte de la meseta y a orillas del inmenso Lago Buenos
Aires, presentó cartas ante las autoridades nacionales solicitando declarar
parque nacional a toda la cuenca del lago con el fin de proteger los recursos
hídricos y valores culturales de la región. A su vez, los técnicos de Parques
Nacionales contaban con buena información de base y un interés concreto en esta
meseta desde hacía varios años.
Obrando en esta dirección distintas personas e instituciones
como Aves Argentinas, Ambiente Sur, Parques Nacionales, comenzaron a trabajar
para hacer de este sueño una realidad.
Pero la empresa no era sencilla, más bien, era un trabajo
contrareloj, ya que nuestro zambullidor patagónico, como simpáticamente se
llama al macá tobiano, viene sufriendo una alarmante disminución poblacional
hace décadas.
Rápidamente se comprendió que el macá tobiano necesitaría de
un área protegida que garantizara la protección de un hábitat olvidado y
seriamente alterado.
En los últimos dos años la voluntad política del diputado
provincial Oscar Sandoval, oriundo de la localidad de Los Antiguos, permitió
acceder a la instancia actual, en la que los diversos organismos provinciales
dieron su apoyo unánime para presentar un proyecto de ley que hoy cuenta con la
aprobación de las comisiones de la legislatura santacruceña.
Flora y fauna.
Entre algunas de las especies más conocidas que conviven
allí se encuentran reptiles, pumas, zorros grises y colorados, zorrinos,
hurones, tuco-tucos, piches y grandes tropillas de guanacos que recorren la
meseta durante el verano en busca de pastos tiernos.
También se encuentra el chinchillón anaranjado, roedor
endémico de la familia de las chinchillas considerado una especie de alto valor
de conservación para la Administración de Parques Nacionales.
La meseta es también el hogar de las aves que se alimentan y
reproducen especialmente en las lagunas permanentes y en los espejos de agua
que se forman a partir de la primavera. Pueden verse allí coscoroba, cisne
cuello negro, quetro volador, pato crestón, pato maicero, pato barcino, pato
cuchara, gallareta ligas rojas, flamenco austral y macá plateado. Algunas aves,
como el macá tobiano, recorren cientos de kilómetros para llegar, otras viajan
más aún, como los pequeños playeros rabadilla blanca y unicolor.
Un aspecto importante a mencionar, es que la Meseta del
Buenos Aires, al igual que otras mesetas de origen volcánico de la región,
cuenta con diversos endemismos animales y vegetales, es decir, especies exclusivas
de una zona restringida.
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